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La Felicidad cuando rendirse no es una opción

Cuando se pregunta a alguien que ha estado en algún voluntariado o país subdesarrollado de África sobre su experiencia y aprendizajes, es fácil oir siempre la misma frase: "Es increíble, la gente de allí no necesita nada para ser feliz"


¡Qué utopía!


Algo así como que si existiesen personas que se conforman con una situación más precaria o que no les importa pasarlo mal. Y es normal caer en el error de creer que ese tópico es cierto. Yo también me la creí en mi primera experiencia en Etiopía.


Sin embargo, con el tiempo aprendes que no es verdad. Aprendes que la miseria no da la felicidad a nadie, viva donde vida y se llame como se llame. A nadie le hace feliz tener roida la ropa, hacerse heridas por caminar descalzo o saber que tu bebé llora porque no tienes con qué alimentarle. El ser humano no nutre su felicidad con sufrimiento.


Y entonces, ¿a qué vienen las sonrisas de esos niños que que conocí en un voluntariado en Etiopía? ¿Y las risas de cuándo visité a los suajili en Kenia? ¿Y ese orfanato de la India?


Si a nadie le hace feliz la miseria, ¿por qué a menudo encontramos tanta felicidad en lugares tremendamente miserables?


Es bonito pensar que allí la felicidad no emana de las cosas que se tienen o la situación que se vive. Si la felicidad dependiese de eso sería imposible de encontrar. No. Allí la felicidad se nutre de la esperanza. Y allí la esperanza se tiene que buscar cada día.


Se lucha día a día para rascar a la vida cada regalo que pueda dar, cada sonrisa, cada risa... Y no es fácil. La situación muchas veces aprieta y ahoga. Pero no te puedes rendir. Dejar de ser fuerte no es una opción. Allí no. Allí la vida es demasiado dura como para dejar de buscar cualquier rincón de felicidad. Y la felicidad sabe mejor cuando luchas por ella. Por eso aprendes a hacerte fuerte y a tener siempre una sonrisa. Porque puede que guiñar una sonrisa a la vida sea el mejor arma para los que nunca dejan de buscar.


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